Desde siempre, la ciudad de Las
Vegas se ha considerado como el
patio de recreo por excelencia del
territorio norteamericano, pero
sobre todo un lugar de pecado,
en donde el glamour y los excesos
convergen entre imponentes
casinos, luces espectaculares y
la magia del dinero fácil.
"Lo que sucede en Las Vegas se queda en Las Vegas",
esta frase no puede ser más acertada, pues es bien
sabido que muchas actividades que en otros países
del mundo son consideradas ilícitas, aquí pueden
ejercerse libremente.
Rodeada por un inhóspito desierto, el cual a través
del tiempo ha guardado historias difíciles de creer,
historias de Gangsters que parecieran sacadas de
la mejor selección del Film Noir, hacen de este
lugar un objeto de estudio que sacia la curiosidad
de cualquiera.
"Las Vegas fue realmente fundado por hombres
que cerraban negocios con un apretón de manos,
y arreglaban sus diferencias a través de la fuerza.
Sin embargo eran hombres, buenos muchachos,
con familia en casa, con sus propios asuntos personales
y de gran compromiso con su comunidad",
afirma el ex acalde de la ciudad Oscar Goodman
en una entrevista para NBC News.
El reinado de la mafia en Las Vegas duró casi 40 años.
Durante ese tiempo, la ciudad dejó de ser un pueblo
desértico e insignificante, para convertirse en
una de los lugares más bulliciosos y extravagantes
del mundo.
La historia comienza con la visión de Bugsy Siegel,
un mafioso neoyorkino que vio en este desértico
lugar, un espacio idóneo para el entretenimiento
adulto, las apuestas, la buena gastronomía y los
fastuosos espectáculos.
Siegel llegó a Los Ángeles en los años treinta y
concibió a Las Vegas como un lugar de lujosos
casinos, similares a los de Monte Carlo, plagado
de celebridades y personajes admirados por la
sociedad americana de aquella época.
Apoyado por sus socios, Siegel comenzó a construir
un hotel y casino llamado Flamingo. El negocio
no prosperó de inmediato e incluso la inauguración
fue un rotundo fracaso.
Pero cuando comenzaba
a rendir sus frutos y exhorbitantes ganancias, el
mafioso fue privado de la vida el 20 de junio de
1947, tras un desvío de fondos que le habrían
sido destinados por sus socios para la construcción
de otro casino.
Los nuevos dueños - entre ellos un personaje llamado
Gus Greenbaum -, también fueron hombres de
negocios ilícitos que incluso pertenecían a entidades
federales, como la Cámara de Comercio o la
Comisión de Juego, pero que igual, eran buenos
filántropos y de buen trato con la gente.
De esa corriente, llegó Moe Dalitz, un célebre
mafioso de Cleveland que entró a la ciudad en los
40's para invertir en un Casino llamado Desert Inn.
Socio importante, introvertido, generoso y muy
respetado que gustaba de jugar cartas con sus
amigos en el Country Club del condado.
En los años 50's las apuestas aumentaron y más
casinos abrieron sus puertas: El Stardust, El Sands
y El Tropicana se convertían en grandes atractivos
de turistas provenientes de otras ciudades del país.
Fueron los tiempos dorados de los casinos, donde
la sociedad americana podía liberarse por completo
y divertirse sin tapujos por unos días.
Para los años 60's, la mafia se asoció con Jimmy
Hoffa, jefe de un sindicato de camioneros, quien
utilizó los fondos de pensión de sus agremiados
para financiar un sinfín de construcciones a través
de un banco en Las Vegas.
De ahí nacieron sitios
como el Aladdin, Caesars Palace, Circus Circus,
entre otros.
Las Vegas brillaba más que nunca, pero la Mafia
iniciaba su debacle en esta época. El FBI comenzaba
a poner atención en todas las actividades
delictivas: grababan conversaciones secretas, evidenciaban
operaciones ilegales en varios casinos
como casos de lavado de dinero y financiamientos
ilícitos, entre otros.
Otro factor que cambiaría la relación de La Mafia
con Las Vegas, fue la llegada de Howard Hughes,
quien en 1966, comprara el Desert Inn y tiempo
después más de una cuarta parte de los casinos
en la ciudad, inspirando a corporaciones multimillonarias
a la inversión en la construcción de
más complejos y opciones de diversión; de tal
manera que el dinero y las actividades ilegales ya
no rendían los frutos de antes.
Las Vegas dejó de ser rentable para la Mafia y
poco a poco fue disminuyendo su presencia en
la ciudad, pero aun se respiraba ese ambiente
prohibido y de crimen de película.
Ahora Las Vegas continúa siendo una ciudad de
sueños, de pecado, de libertad – o libertinaje -.
Donde la gente, como dice su ex alcalde Oscar
Goodman "no viene a Las Vegas a ver a Mickey
Mouse, muchos vienen a caminar y respirar un
poco de Bugsy, de Meyer Lansky o Moe Dalitz".
Personajes visionarios o amantes de lo ilícito que
nunca recibirán un homenaje, pero que también
son responsables de hacer de Las Vegas el lugar
que es hoy.
Por: Pablo Anguiano
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